Cómo explicar una sensación a quien nunca la ha tenido?.
Recuerdo cuando empecé a correr y a hacerme cada vez más fanático del running; trataba de convencer a todo el mundo de hacerlo, pero llegaba el momento de la frustración cuando ya no me alcanzaban las palabras para describir «lo bien que se siente uno» mientras estás corriendo y también al terminar de hacerlo.
Trataba de explicarlo, y surgían palabras como «bienestar», «buen humor», «rélax», «paz»… pero no alcanzaba. A la otra persona no le era suficiente como para convencerse, y a mí tampoco como para describir y dimensionar realmente eso de «lo bien que se siente uno».
Hasta que entendí lo que sucedía; «Claro..», me dije… «Estoy tratando de explicar algo muy parecido al amor… » Y el amor no se explica, cualquiera que estuvo o está enamorado lo puede decir.
El amor te estremece, te llena, te quita el sueño, pero describirlo es casi una tarea imposible. Lo único que te hará entenderlo, es vivirlo.
El running es, por momentos, una cosa similar. Podremos decir que para nosotros es una pasión, o por qué no, una sensación muy parecida al amor, por lo tanto, dificil de explicar.
Es ese cosquilleo en el estómago que sentís antes de largar una carrera, ese sufrimiento cuando estás exhausto y todavia falta, esa esperanza cuando un cartel indica que resta «sólo» el último kilómetro, la sonrisa infinita al ver la llegada que está cerca, el éxtasis total al cruzar la meta, ese fuego en el pecho cuando nos cuelgan una medalla o esas ganas de llorar de felicidad cuando conseguimos un objetivo muchas veces impensado.
Cada vez más parecido al amor… no se puede explicar, y no hace falta.
Y al igual que el amor, el running es un lenguaje universal. Lo entenderemos los que corremos en la inmensa y bella Argentina, o en el México lindo, en la España apasionada, en Chile, Estados Unidos, Ecuador, Costa Rica o Venezuela. Los que desparraman kilómetros de pasión en el gigante Brasil, en el místico Perú, en Uruguay, Paraguay o Bolivia… en tantos lugares que me faltan acá mencionar… y cualquier otro lugar del mundo, inclusive corredores que ni siquiera hablan nuestro idioma…
Entonces… ahora comprendo que no necesito describirlo. Cuando quiero que alguien se sienta bien, lo invito a trotar un poco por ahí, suave, simple, feliz.
Y «correr» deja de ser un verbo a explicar para convertirse en un verbo «hecho carne».
Esa es la mejor explicación; la vivencia misma.
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