María Lorena Ramírez se ha colocado como una de las mejores corredoras de larga distancia en la comunidad indígena rarámuri (o tarahumara) en México. A sus cortos 22 años de edad, María quedó primera en la carrera UltraTrail Cerro Rojo, celebrada en Puebla y en la que participaron 500 atletas de 12 países. Completó los 50 kilómetros de montaña en siete horas, luciendo, como suele vestirse la gente de su comunidad, con sandalias hechas por ellos mismos y su larga pollera.

No lleva ni ropa ni zapatos deportivos, sino una falda y un par de huaraches (sandalias muy rústicas, hechas con pedazos de neumático), con los que corrió durante siete horas y tres minutos. Esta indumentaria es común entre los corredores indígenas tarahumara, acostumbrados a trotar entre las barrancas de la sierra chihuahuense sin nada más que lo puesto.
El año pasado, Ramírez quedó en segundo lugar en la Ultramaratón “Caballo Blanco 2016”, en Chihuahua, en la categoría de los 100 kilómetros.
“No llevaba ningún aditamento especial”, cuenta a Verne Orlando Jiménez, organizador de la carrera por segundo año consecutivo. “No traía ningún gel, ni dulces para la energía, ni bastón, ni lentes, ni esas zapatillas carísimas que todos llevamos para correr en la montaña. Solo una botellita de agua, su gorra y un pañuelo en el cuello”.
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Cabe mencionar que a la competencia de Puebla asistió con su hermano mayor, Mario, que quedó en el décimo lugar en la categoría de los 30 kilómetros. La ganadora recibió 6 mil pesos mexicanos por su hazaña (poco menos de 300 euros).
La ultramaratón de Chihuahua la corrió con tres de sus siete hermanos y con su padre, Santiago, ellos corren desde niños, al igual que su padre y que su abuelo, con la motivación de “ganar”, “de no perder” y “de no tener hambre”.
Lorena y su hermano llegaron hasta Tlatlauquitepec gracias al apoyo de los organizadores del certamen. Hicieron más de dos días de viaje por tierra desde su comunidad, en la Ciénega de Norogachi (municipio de Guachochi), hasta el Estado de México. Ahí los recogió el corredor Leonel Aparicio y ese mismo día recorrieron otras cinco horas en auto hasta el Pueblo Mágico poblano. Al día siguiente, Lorena corrió 50 kilómetros y resultó campeona.
La mayoría de los indios rarámuri viven en la Sierra Tarahumara (Chihuahua). “Son por naturaleza los mejores corredores de México”, afirma el organizador de la carrera de Puebla. Su resistencia física está grabada en su nombre. Rarámuri viene de las raíces rara, que significa pie, y muri, que significa correr.
Es el pueblo de los “pies ligeros” o los “corredores a pie”. El libro Nacidos para correr, de Christopher McDougall, popularizó su historia (y su técnica).

Video: Los Tarahumaras en acción
Las claves de los Tarahumara
Así como la tierra de los velocistas es Jamaica y la de los maratonistas es Kenia, la de los corredores de ultradistancia tranquilamente podría ser la Sierra Tarahumara en México.
– Como en Kenia, correr es parte de su hábito y filosofía de vida. No corren por necesidad de un cuerpo esbelto o de reducir el stress. Corren porque es su modo natural de trasladarse y de llegar a otros lugares. Lo difícil de acceder a las sierras y lo inhóspito del terreno, los ha mantenido “a salvo” de la invasión de modernidad a diferencia de otros lugares.
– No usan ropa “técnica”. Nada de zapatillas. De ningún tipo. Desde niños corren con sus “huaraches”; las sandalias que ellos mismos fabrican. Tampoco usan relojes ni pulsómetros de ningún tipo. Es claro que ellos pueden hacerlo así porque es su hábito desde que nacen. Sería una locura que los corredores “occidentalizados” tratemos de imitarlos corriendo descalzos o en una sierra en sandalias.

– Tampoco entrenan de la manera en lo que lo hacemos muchos corredores. Se corre porque es parte del día a día. No existen los entrenadores, ni las dietas ni los gimnasios. Correr es hasta parte de su cultura, de sus juegos y celebraciones.
– Parecen inmunes a muchas de las enfermedades que asolan el planeta. Quizás el “secreto” radique en la combinación de su vida fisicamente activa y su alimentación. El maíz es la base de su dieta, casi totalmente natural y sin aditivos artificiales. Sería imposible encontrar un frasco de mayonesa en una casa tarahumara. Y también una heladera.
– No van al gimnasio, pero además de correr, siembran. Arar, cazar o tirar de una yunta de bueyes es su propio “gimnasio”. Y si no cultivan, no comen. Ecuación simple.

Como deberíamos calzar todos, en gral.