Es el corredor de moda en Reino Unido, popular en todo el mundo y múltiple plusmarquista europeo. Imbatible hace años, no hay estrategia que pueda con él.
Nació el 23 de marzo de 1983 en Somalia, país del extremo este de África que limita con Etiopía y Kenia. Su nombre completo es Mohamed Muktar Jama Farah, pero se lo conoce simplemente como Mo.
A los 8 años se trasladó a Londres, donde vivía su padre, casi sin hablar inglés. Estaba en el colegio cuando un profesor de educación física notó condiciones para el atletismo en el pequeño Mo, quien por entonces soñaba con ser futbolista y jugar en el club de sus amores, el Arsenal. Por esos años, a una edad muy temprana, comenzó a competir y a destacarse en diferentes torneos.
Sus primeros logros le permitieron dedicarse de lleno a correr. No tardó en llegar al plano internacional, aunque durante un buen tiempo estuvo lejos de los primeros puestos: en el Mundial de Atletismo de Osaka, en 2007, quedó en sexto lugar en los 5000 metros. Un año después, en los Juegos Olímpicos de Beijing, no logró clasificar a la final en la misma distancia. Por esos tiempos las pistas tenían en Kenenisa Bekele a su rey indiscutido, pero el británico estaba decidido a arrebatarle la corona.
En 2009 hace un cambio radical en su carrera cuando empieza a entrenar con Alberto Salazar, ex plusmarquista mundial en maratón y conocido por su trabajo riguroso y altamente tecnificado. Para Farah es una revolución: de la decepción en los Juegos de Beijing pasa a un doble oro olímpico en Londres en 5000 y 10.000 metros. En su ciudad, aclamado por un estadio repleto, el hombre nacido en Somalia se convierte en una sensación. Es el candidato a vencer para toda le élite mundial, al tiempo que se pasea por los programas de televisión y aparece en las revistas de Gran Bretaña como toda una celebridad: ha nacido una estrella.
Ya consagrado como atleta y convertido en el corredor de moda, agregó a su medallero un doble oro en el Mundial de Moscú en 2013 y en el Europeo de Zúrich un año después. En el medio, corrió también una maratón, en Londres, sin el éxito planeado. Competidor astuto, suele iniciar las carreras en el último lugar, guardando energías y dejando llevar el ritmo a sus rivales. A medida que avanza la competencia se acomoda en las primeras posiciones y, poco antes de terminar, impone su ritmo, inalcanzable. Muy veloz en los metros finales, su método le da resultado en la gran mayoría de las ocasiones. Hacer el doblete en 5000 y 10,000 metros se convirtió para Mo en una costumbre tanto como festejar sus triunfos con el “Mobot”, su característico gesto que dibuja una letra M llevando las manos a la cabeza.
Ganar en 5000 y 10.000 metros se hizo una costumbre para el británico. 2015 y otro Mundial, esta vez en Beijing, no fue la excepción, con dos nuevos oros para su colección.
Con los Juegos Olímpicos de Rio a la vista, Mo Farah aún tiene cuerda para rato y un objetivo inequívoco: renovar sus oros.
felicitaciones, la fuerza de voluntad,la constancia y, la pasion por una disciplina dan los mejores frutos, ejemplo a seguir si se pudo mil felecitaciones mo…