Correr puede ser muy frustrante, pero también da revanchas generosas. Y si no lo creen pregúntenle a Wilson Kipsang, quien entró a la historia tras estar en sus bordes.
En la Maratón de Frankfurt de 2011 Kipsang quedó a 4 segundos del récord mundial que acaba de conseguir Patrick Makau en Berlín. Para entenderlo claramente: cuatro segundos de diferencia en una maratón, y más aún en dos circuitos diferentes, es insignificante. Son cuatro segundos extra en 42,195 kilómetros. Si tenemos en cuenta, además, que Frankfurt es menos rápido que Berlín y las particularidades de la carrera (trabajo de pacers, clima, etc.), bien podemos afirmar que el rendimiento deportivo que demostró aquella vez fue mayor al de Makau en Berlín. Pero el atletismo maneja números absolutos y el bueno de Wilson Kipsang tuvo que conformarse con ser el segundo más rápido. Por cuatro segundos.
Al año siguiente se corría la Maratón de Londres. Kipsang seguía en gran forma y estaba para romper el récord del circuito, de 2:04:40. Emmanuel Mutai lo tenía desde el año anterior. En una carrera impresionante frente a la gran élite mundial, Kipsang lo tuvo cerca pero no lo consiguió. Por cuatro segundos. Otra vez.
Es en este punto en que se hace notar la diferencia entre un corredor en buen momento y un gran atleta. Kipsang demostraría ser lo segundo. Para la Maratón de Berlín de 2013, la de los récords mundiales, anunció que se sentía listo para quebrar las 2:03:38. Esta vez no le quedó tiempo de más: corrió con fuerza y destrozó la marca por 15 segundos. Ya consagrado como una estrella mundial, aún le quedaba pendiente el récord del circuito de Londres, por lo que allí corrió su siguiente maratón, en abril de 2014. Lo logró, en efecto, y una vez más por 15 segundos. Si persistía alguna duda, se extinguió definitivamente esa mañana.
En dos años Wilson Kipsang consiguió dos veces mejorar récords por 15 segundos, tras háberseles escapado ambos por 4 segundos. Se superó a lo grande. Y es que los grandes son así.
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