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Relatos de carreras: Correr «por los caminos del vino»

 

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BABEL

BABEL

Según la leyenda bíblica, en Babel, o Babilonia, los hombres intentaron construir una torre que hiciera las veces de escalera al cielo.
Dios, según la narración, consideró que era un gesto de arrogancia, e hizo que cada uno hablara desde ese momento una lengua distinta, para que no pudieran entenderse y no siguieran con su cometido.

Es una leyenda, claro. Una tradición cristiana que ha servido para inspirar casi como figura poética, para explicar el nacimiento de los idiomas. Y también por qué no, como símbolo de la cultura global que el siglo XXI nos ofrece.

Eso es Babel. Todos juntos, aquí y ahora.

Mariko.

La medianoche se cierne sobre la ciudad de Yokohama, en Japón, pero a pesar de todo, Mariko no tiene sueño.
Los casi cuatro millones de habitantes de una ciudad eternamente agitada, toman un respiro.
Hoy fue un día cansador; llegar a Tokyo es fácil y rápido, pero esos 30 kilómetros entre una ciudad y la otra muchas veces agotan, más si es un viernes y se vuelve de trabajar.

Mariko se pone cómoda. Mira por la ventana de su edificio. El barrio de Midori-Ku baja las pulsaciones, respira, inspira, como ella.
La chica enciende su modernísima computadora, de esas que sólo en Japón pueden encontrarse. En la ventana de Skype aparece el rostro de su amiga Arisa, sonriendo a más de 18.300 kilómetros, lejos de su Japón natal.
La medianoche de Yokohama es el mediodía de Buenos Aires, a Arisa a cuadras del obelisco, aún le queda toda una tarde de trabajo, pero sonríe.

Mariko en Japón.
Arisa en Argentina, la acaba de convencer de algo. Sonrien ambas.

Megan.

– Hola, rubia!…
– Hola, gringa!

La rubia podría verse exótica en el Parque Ñu Guazú en Paraguay, pero ya no tanto; hace dos años corre por ahí y todos los habitués la saludan con sonrisa amigable.

Y «exótica», porque va corriendo con sus five fingers; esas… ¿zapatillas? que tienen, como su nombre lo indica, los cinco dedos, tal como si fuera un guante para los pies.

La rubia se llama Megan, y un día decidió dejar Minnesota, casi en el límite de Estados Unidos con Canadá, para hacer trabajos comunitarios a Asunción, la capital guaraní.
A eso y a aprovechar los ratos libres para correr, a 8.600 kilómetros de casa.

Encontró en el Ña Guazú un paraíso terrenal, un lugar lleno de verde y lugares para entrenar, aunque a sus padres en Estados Unidos les cueste pronunciarlo, aunque su teclado no tenga la Ñ para escribirlo como quisieran, la gringa es feliz, y corre.

Cristian y Adela.

Son 237 kilómetros por ruta entre General Alvear y Tunuyán. Ellos viajan junto a un grupo grande, serán unos treinta, pero en un momento sus miradas se cruzan, y parecen estar solos en el mundo.

Salieron de madrugada, antes de que canten los gallos. Entre bostezos y mates, a bordo de un micro llegaron a Tunuyán. La charla del viaje hablaba de kilómetros, de promedios, de ritmos y de anécdotas… de esas que incluyen todo lo anterior, claro.
Había de todas las edades, todos con sus musculosas celestes con bordes amarillos.
«Team Olímpico», dicen en el pecho.

«Por los caminos del vino»

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Montañas, viñedos y ruta, en Mendoza (Foto Raúl Trujillo Gittermann)

Una media Maratón que ya en su nombre, habla de una especie de procesión por un lugar que remite al placer. Recorrer «los caminos del vino»

21 kilómetros, y si no, que sean 10, pero que sean.
El lugar es muy cerca de Tunuyán, en el Valle de Uco, Provincia de Mendoza. Desde allí, los más deliciosos vinos salen a recorrer el mundo. Hacía allí fuimos, a iniciar la «procesión» de fieles corredores.

Los que conocemos el circuito de Run Argentina, sabemos qué podemos encontrar en el entorno de sus carreras pero eso no alcanza; siempre nos sorprendemos.
En Marzo en Mendoza, en Abril en el Glaciar Perito Moreno, en Septiembre en las Cataratas del Iguazú, en Diciembre en Bariloche… por eso me gusta decirle «Las fabulosas 4».

Esta vez no fue la excepción, claro. A las 10 de la mañana la hora de largada. Y siendo en Mendoza, no podía ser otro lugar más que en el acceso a una bodega, y no en cualquiera, la cita era en las Salentein, nada menos.

– Dale, Grillo!…

El agite de los amigos para el animador de Run Argentina, ese que en cada carrera arenga en la salida y en la llegada a los corredores. Para los habitués, es «Grillo».
Su apellido se convirtió en su apodo, aunque muchos crean que es por el bicho. Como sea, él agita.
En la zona de salida-llegada. además de hidratación, hay frutas que son cortadas en trozos para repartir en la llegada; sandías y naranjas llenan recipientes y esperan.

«No mezclen la sandía con vino», recomienda Grillo y nos hace reir.

Largamos.

Una carrera es una pequeña comunidad en movimiento. Es como una ciudad. Es como una Babel.
Cruzar el arco de salida y esas historias que van sobre nuestras piernas.

Un camino de tierra firme, serán unos 600 metros, una curva cerrada hacia la izquierda y subir a la ruta. Comienza el show otra vez.
Esa euforia maravillosa, esa adrenalina inexplicable e indescriptible de comenzar otra carrera.
Se ve en los ojos de la manada. Los que correremos 10 kilómetros. Los que correrán 21.

El sol mendocino baña a la Babel en movimiento. Estamos ahí y no lo puedo creer; sobre la ruta nosotros, y alrededor las montañas imponentes. A la derecha, por el kilómetro 2, un viñedo donde un grupo de personas empiezan a trabajar manualmente en las vides.

Babel es fiesta. Los «ciudadanos» nos vamos alentando y arengando también entre nosotros. A los 3 kilómetros el silencio es perfecto. Todos reservamos aire porque empieza un «falso llano» y la cosa no da para chistes. Pero eso es bueno; escuchar la voz de la montaña, el entorno, la voz del valle entero. Esas veces en las que el silencio es el más impactante de los sonidos.

Apenas pasado el kilómetro 3, las piernas pesan. No me había dado cuenta de ese sutil ángulo que empieza a elevarse hasta el kilómetro 5, cuando haré el retome y volveré hasta la bodega para completar los 10 kilómetros.

Los que van a correr 21, siguen de largo hasta el kilómetro 10,5 para recién ahí dar la vuelta y retornar casi sobre sus pasos hasta la meta. Es un circuito ida y vuelta, que retoma justo en la mitad de cada distancia. Las crónicas posteriores dirán que el falso llano se convirtió, después de los 5 kilómetros, en una larga cuesta, cansadora, desafiante. Menos mal que no me enteré por mí mismo. Estoy empezando una tardía temporada y mi estado no es el óptimo. Pero sí alcanza para odiar-amar estos 10 kilómetros de valle verde y encantador.

Y mirar. Observar. Entender.

Babel se mueve. Pasan los de ropa gris. Son 70 soldados del ejército mendocino que se anotaron para participar, como si fuera un entrenamiento. Van dispersos al principio, cada uno a su ritmo. Llegarán todos juntos en formación cantando una canción de entrenamiento militar, en una de las llegadas más curiosas que me ha tocado ver en carreras.
Van los chilenos, que han llegado en grupos hasta Mendoza. Cuando voy todavía «subiendo» en el kilómetro 4, veo a mi colega JC, que ya ha dado la vuelta y va como un kilómetro adelante mio.

Por supuesto que brasileños, como Harry, otro colega de esos que con el tiempo se tornan amigos, corriendo sin prisa pero sin pausa. Viene atrás mio, cerca mio y lejos de la Avenida Paulista, en su ciudad.

También trabajando en la cobertura mis amigos Raul Trujillo de Chile y Alexander Koda de Brasil.

Una vez que se da la vuelta en el kilómetro 5, deslizarse por ese falso llano que ahora es a favor, una sutil bajada, pero generosa al mismo tiempo, que me permite correr a 4:11 ese kilómetro. Para subirlo tardé 4:50… ahora entiendo por qué la pesadez en las piernas… maldita cuesta invisible.

Y así… corriendo ahora «al revés», hacia la meta. Me cruzaba de frente con los que iban por otro carril, aún hacia el retome. 5, 6, 7 kilómetros… pasando a algunos, pero pocos. A esa altura, los corredores ya estamos cómodos en nuestros ritmos. También me crucé a mi compañero «el turco» Alé.

Adelante mio, ya por el kilómetro 9, una chica, cuerpo bien menudo, flaquita, de baja estatura (más que yo, sí), veloz. Imposible alcanzarla.
Fue la ganadora de 10 kilómetros con tan sólo 13 años. Cómo no sería un honor «escoltarla» en la clasificación, siendo una chica con semejante futuro deportivo?. Salud, Renata!

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El «post»… comida y bebida bajo la sombra

BABEL

Y así fuimos llegando, uno por uno. Babel corre.
Y en el medio de todos nosotros, distingo sus ojos rasgados. Son dos chicas… son Arisa y Mariko, las japonesas.

Aquella charla por Skype convenció inmediatamente a Mariko.

– Hay un lugar que se llama Mendoza, hermoso, los mejores vinos se hacen ahí-

Avisó Arisa desde Buenos Aires.

– La carrera es ahí, vení a Buenos Aires y vamos juntas.

Mariko no lo dudó un segundo. Es maratonista y le encanta viajar por paisajes bellos.
Pidió vacaciones, y desde Tokyo viajó para correr en la Media Maratón «Por los caminos del vino», y además de usar ese viaje como vacaciones junto a Arisa, que hace un par de años trabaja en Buenos Aires y nos hace las veces de traductora.

Yokohama, Tokyo, Buenos Aires, Mendoza, Tunuyán.
No podía creer que el motivo principal de esos 19.000 kilómetros recorridos fueran la carrera.
Con su mirada y un tono tranquilo, aunque no pudiera entenderle, me convenció.

Mariko Murakami. Sí; el mismo apellido que el novelista que nos cuenta de qué habla cuando habla de correr.
Mariko se fue fascinada. Cómo no fascinarse ante semejante inmensidad y belleza natural?. Mariko sonríe, habla muy despacio, muy suave, sin estridencias, nos saluda con una reverencia gentil y sigue elongando a la sombra.

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Mariko (izquierda) y Alisa (derecha) / (Foto Raúl Trujillo Gittermann)

– Hace dos años vivo en Paraguay- nos dice la rubia Megan.

Nunca había oido esa mezcla de «spanglish» y tonada paraguaya. Imaginen.
Nos habla de su trabajo, de su Minnesota natal, de sus five fingers…

– Es la primera vez que corro tantos kilómetros con ellas…

Alguien le habló de la carrera y tampoco lo dudó. Kilómetros, amigas, sol y buen vino. Hace falta más motivación?

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En el extremo derecho, Megan. Corrió con sus amigas

– Nos conocimos en un gimnasio, yo le ví condiciones para correr, la empecé a entrenar, y bueno… nos enamoramos…

Cristian Malgioglio es el entrenador de «Team Olímpico» de General Alvear y un destacado atleta. Será por eso que se quedó con los 21k con un tiempo de 1:19:34, a más de cuatro minutos del segundo.

Adela Barrios, no se queda atrás, fue la ganadora en mujeres para los 21k, con 1:24:13.

Es una de esas historias lindas del running… esas pequeñas novelas insospechadas que pasan a tu lado en una carrera y uno no se entera, pero que hacen latir a esa pequeña ciudad en movimiento.

Todo esto y seguramente mucho más en una misma carrera, historias mínimas que hacen un todo, que hacen que cada corazón tenga sus propios motivos para emocionarse al cruzar la meta.

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Cristian y Adela. Amor runner

LATE

Una carrera es un ser vivo, un organismo que fluye por un recorrido predeterminado, que sube cuestas y falsos llanos, que bordea caminos y rutas. Puede ser en el medio de una ciudad, al pie de un glaciar, cerca de las cataratas o en un valle bañado por hectáreas de árboles de vid.

Una carrera es más que una carrera. Es un libro cerrado lleno de historias de gente que se encuentra de manera insospechada. Que viaja miles y miles de kilómetros para correr «solo» 10 o 21.
Una carrera es una máquina de sueños, una motivación para iniciar un camino, para tomar un avión, o para compartir el amor.

Se trata de observar, de preguntar, de compartir un momento, de tomar o comer algo juntos apenas terminada la carrera. Correr es acaso una excusa para conocernos, para encontrar seres humanos afines, ya sea que vengan de Yokohama, de Minnesota o de General Alvear. Correr no tiene idiomas, y el corazón late en la misma frecuencia.
Cada corredor tiene su historia, cada carrera las une.

Gracias, Run Argentina por generar este encuentro de pequeñas novelas. Nos vemos en el próximo capítulo. Seguro con nuevas sorpresas.

GRACIAS POR VENIR

Lucho Runner

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Llegar con los pies en el aire. En todo sentido / (Foto Raúl Trujillo Gittermann)

 

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Acerca del autor

LuchoRunner

Maratonista. Periodista. Locutor Nacional de Radio y TV (ISER Capital Federal).
Productor creativo de radio y TV (ETER, Escuela Terciaria de Enseñanza Radiofónica).
Conductor de @LocosXCorrerOK RADIO.
Director de contenidos de LocosPorCorrer.com

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