Se llama Josh Griffiths, tiene 23 años y ni siquiera tiene entrenador. Terminó en el puesto 13 de la maratón de Londres y además de ser el mejor inglés clasificado, logró marca mínima para el mundial, aunque no sabe si le darán el lugar desde la Federación. Te contamos la novela de este chico que desayunó salmón con arroz y de quien ahora, habla toda Inglaterra.
Griffiths era uno de los muchos atletas amateurs que participaron el último fin de semana en la Maratón de Londres. Con un dorsal anónimo (los corredores de élite sí llevan su nombre) y el número 1154, el británico inició la carrera por detrás de los profesionales junto a sus compañeros del club atlético de Cross Hands, un pequeño pueblo del oeste de Gales.
Era el primer maratón de su vida así que tampoco tenía muy claro qué esperar de la carrera, que en realidad había empezado a “correr” muchas horas antes cuando desayunaba un poco de salmón con arroz en torno a las cinco de la mañana. Y es que mientras las grandes estrellas de la cita, la pléyade de keniatas y etíopes que dominan la distancia, se dirigían a la línea de salida en coches y autobuses privados desde sus lujosos hoteles, Griffiths se embarcaba en un largo viaje en subterráneo desde la estación de London Bridge para llegar a Blackheath, el punto de salida de la prueba.
“Una vez que llegué a la mitad de la prueba empecé a superar a los mejores atletas británicos y antes de que me diera cuenta, los estaba dejando atrás. Todo esto va más allá de mis sueños más salvajes”.

Todo lo que ocurrió después fue una especie de sueño. De dulce sueño, para ser exactos: “Empezamos unos diez metros detrás de los atletas de élite y lógicamente no entraba en mis planes correr con ellos, sólo quería hacer mi propia carrera. Pero una vez que llegué a la mitad de la prueba empecé a superar a los mejores atletas británicos y antes de que me diera cuenta, los estaba dejando atrás. Hasta que crucé la línea de meta no me acabé de creer lo que había sucedido.
Hice una media maratón en 1:05:18 el mes pasado y entonces pensé que estaba listo para correr bien en Londres pero todo esto va más allá de mis sueños más salvajes”, admitió un cansado Griffiths en declaraciones a la prensa inglesa. Entre los atletas que dejó “tirados”‘ por el camino se encuentra gente de la talla del etíope Tesfaye Abera, con una marca acreditada de 2 horas, 4 minutos y 24 segundos. Finalmente, Griffiths acabó en una inaudito decimotercer puesto, con un tiempo de dos horas, 14 minutos y 49 segundos, mínima para el Mundial de Londres de este año.
Nada mal para un chico que no tiene entrenador y que era un completo desconocido para las autoridades de la Federación inglesa de atletismo. No es de extrañar, porque Griffiths no ha pisado en su vida uno de los codiciados campos de entrenamiento en altitud de África que frecuentan los profesionales británicos huyendo del frío invierno europeo. “Yo corro alrededor de mi casa en una zona bastante montañosa por donde hay varios carriles para bici, así que es bastante agradable en realidad”, aseguró este estudiante de la Cardiff Metropolitan University, donde cursa un máster en sports coaching que podrá pagar en parte con las 4.000 libras que se llevó por su exhibición en uno de los seis maratones más importantes del mundo.
Nota original publicada en Marca.com
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